(Valladolid,
actual México, 1783 - Padilla, id., 1824) Militar y polítco mexicano.
Hijo de un terrateniente español y una criolla noble, Agustín de
Iturbide se enroló en el ejército realista a la edad de catorce años. Se
negó a participar en la insurrección contra los españoles, dirigida por
el cura Hidalgo, y defendió la ciudad de Valladolid contra las fuerzas
revolucionarias; su notable actuación le valió el ascenso a capitán.
Con
este nuevo grado, Agustín de Iturbide combatió a las guerrillas
indígenas, y acabó por capturar a Albino Licéaga y Rayón, logro que le
valió un nuevo ascenso. Posteriormente, fue nombrado comandante general
de la provincia de Guanajuato, donde se distinguió por su implacable
persecución de los rebeldes. Diversas acusaciones (abuso de autoridad y
malversación) propiciaron que el virrey Calleja lo destituyera, pero fue
absuelto de todos los cargos gracias al apoyo del auditor Bataller.
Con treinta y siete años fue nombrado comandante
general del Sur y se le encomendó la tarea de sofocar la insurrección
de Guerrero, una de las últimas que continuaban en liza. Al no
conseguirlo, se reunió con éste y, juntos, presentaron el denomindo Plan
de Iguala, en el que se proclamaban tres garantías: la independencia de
México, la igualdad de derechos para españoles y criollos y, por
último, la supremacía de la Iglesia Católica. Rápidamente, el ejército
trigarante pasó a dominar todo el país. En vista de ello, el nuevo
representante del rey de España, Juan O'Donojú, firmó el tratado de
Córdoba, por el que se reconocía la independencia de México.
Un
año más tarde, Iturbide se autoproclamó emperador (Agustín I), si bien
muy pronto hubo de enfrentarse a una conspiración de carácter
republicano. Decidió entonces disolver el Congreso y nombró una Junta
que actuaba por completo a su servicio. En contra de estas medidas, el
gobernador de Veracruz, el general Santa Anna, resolvió proclamar la
República, e inmediatamente recibió el apoyo de otros generales, e
incluso de las tropas que en principio debían acabar con la revuelta.
Por último, Iturbide se vio obligado a abdicar. Se exilió en Europa
(1823) y un año después volvió a su país, ignorante de que allí había
sido condenado a muerte. Detenido a su llegada, fue fusilado a la edad
de cuarenta y un años.
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